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Cuatro juegos que entrenan tu mente y te enseñan cómo piensa un ordenador

Publicado: noviembre 13, 2025, 11:24 pm

En el nuevo capítulo de 20bits by ValPat nos hemos sentado a hablar de algo que nos fascina desde siempre: cómo pensamos… y cómo piensan las máquinas. Hay juegos que no solo sirven para pasar un buen rato, sino que te colocan justo en ese punto donde la lógica humana y la lógica computacional se encuentran. Juegos que, sin manuales complicados ni clases de programación, te enseñan a tomar decisiones, anticipar errores y ver el mundo como lo haría un ordenador.

Algunos nacieron hace miles de años, otros en universidades españolas y otros están escondidos en consolas que muchos niños tienen en casa. Todos tienen algo en común: te hacen pensar, y lo hacen de una manera tan divertida que no te das cuenta de que estás aprendiendo.

En este capítulo te contamos la historia de cuatro juegos —dos de mesa y dos de consola— que entrenan tu mente y te muestran, paso a paso, cómo razonan las máquinas.

GO: el juego que puso a prueba a la inteligencia artificial

Imagina un tablero vacío. Madera lisa, líneas negras, fichas blancas y negras. Nada más.

Es difícil creer que en algo tan sencillo pueda esconderse uno de los mayores retos intelectuales de la historia.

El Go, nacido hace 2.500 años en China, tiene dos reglas tan simples que cualquiera puede aprenderlas en cinco minutos. Pero una vez entras en su mundo, descubres un universo infinito: las combinaciones posibles de una partida superan el número de átomos del universo. Literalmente.

Durante décadas, ningún ordenador pudo dominarlo. No era una cuestión de fuerza bruta: había que aprender a intuir, algo que siempre habíamos considerado exclusivamente humano.

Entonces, en 2016, llegó AlphaGo. La inteligencia artificial de DeepMind analizó millones de partidas, jugó contra sí misma miles de veces y aprendió a tomar decisiones que ningún humano hubiera imaginado. Como la ya legendaria ‘jugada 37’, un movimiento tan extraño que expertos de todo el mundo pensaron que se trataba de un error. No lo era. Era creatividad algorítmica en estado puro.

Desde entonces, el Go se convirtió en algo más que un juego: es un laboratorio de ideas, un espejo para entender cómo una máquina puede aprender, sorprender… y ganar.

Moon: cuando tú eres la computadora del Apolo 11

Ahora cambia el tablero por un módulo lunar:

1969. El Apolo 11 está a punto de aterrizar en la Luna. Quedan unos segundos. Las alarmas empiezan a saltar. Algo no va bien.

Con Moon, un juego de mesa creado en la Universidad de Deusto, tú eres la mente del sistema: la computadora que debe mantener el módulo estable, decidir qué tarea es prioritaria y qué puedes sacrificar para evitar el desastre.

Es un homenaje a la labor de Margaret Hamilton, la ingeniera del MIT cuyo software salvó la misión cuando un radar saturó el sistema. Su código, escrito línea a línea, permitió descartar procesos secundarios y centrarse en lo importante: aterrizar sin estrellarse.

Moon recrea ese tipo de decisiones: resolver incidencias, seguir la lógica binaria, entender cómo una máquina procesa información.

Estudio de Videojuegos: programar sin escribir una sola línea

Ahora enciende una Nintendo Switch. No para jugar: para crear.

En Estudio de Videojuegos, cada idea que se te ocurre puede convertirse en un videojuego. No necesitas saber C++ ni Python. Solo arrastras bloques, conectas acciones, decides qué sucede.

Es programación visual, pero también es algo más: un laboratorio de prueba y error.

Colocas un personaje. Pruebas un salto. Algo falla. Lo ajustas. Vuelves a fallar. Lo corriges.

Y sin darte cuenta, estás aprendiendo exactamente lo mismo que aprende cualquier desarrollador: pensar en sistemas, anticipar errores y construir reglas.

Super Mario Maker 2: diseñar un nivel, entender una mente

Super Mario Maker 2 comienza como un juego de construcción… hasta que descubres que en realidad va de lectura de mentes.

Diseñas un nivel, colocas una tubería, unes dos plataformas, escondes una trampa. Pero en el fondo lo que estás haciendo es imaginar cómo jugará otra persona.

¿Saltará antes? ¿Se caerá ahí? ¿Será demasiado difícil? ¿Demasiado fácil?

Esa danza entre lo que tú creas y lo que otro jugador hará es exactamente el corazón del diseño de videojuegos: prever, ajustar, equilibrar.

Jugar es otra forma de pensar

Estos cuatro juegos —tan distintos entre sí— comparten algo esencial: te obligan a activar la cabeza. A razonar. A crear. A anticipar. A resolver.

Y, casi sin darte cuenta, también te enseñan cómo lo hacen las máquinas que usas cada día: una IA que analiza millones de posibilidades, un software que prioriza tareas, un sistema que responde a eventos, un diseñador que imagina comportamientos.

Porque la clave no es evitar las pantallas ni limitarse a mirar. La clave es usar la tecnología para aprender, crear y entender cómo funciona el mundo que nos rodea.

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