Once días tardaron los milicianos islamistas sirios en acabar con 14 años de guerra civil, con 24 años de Gobierno de mano de hierro de Bashar al Assad y 50 años de dictadura de la dinastía de los Assad.Once días en los que … ni los propios sirios se creían lo que estaban viendo: sin ningún tipo de resistencia por parte de las fuerzas del Estado, las principales ciudades iban cayendo una a una a favor de los rebeldes. Mientras esto ocurría, Bashar al Assad huía con su familia a Moscú.
El traspaso pacífico del poder en Damasco estuvo marcado por escenas de júbilo, de gente celebrando, rompiendo y quemando carteles de Assad, pero también por escenas de miedo; ciudadanos corriendo por un aeropuerto desierto; soldados abandonando sus puestos, dejando sus uniformes militares, equipo e incluso tanques desperdigados por las calles.
Al final, un exhausto ejército de reclutas de Assad no estaba dispuesto a seguir luchando y muriendo por una dictadura que estaba a punto de caer. Además, la ofensiva se produjo en el peor momento para el dictador sirio: sus principales aliados se encontraban atados o debilitados por otros conflictos, los rusos en Ucrania, e Irán y Hizbolá con Israel.
Protagonistas de la revolución
Los protagonistas de esta operación relámpago formaban parte del grupo Hayat Tahrir al-Sham, más conocidos por sus siglas HTS. Se trataba de una coalición de insurgentes que en 2016 se escindieron de Jabhat al-Nusra, la rama siria de Al Qaida. El líder de todos ellos fue Abu Hassein al Sharaa, más conocido en esas fechas por su nombre de guerra: Al Golani. Un nombre que empezaría a sonar por todas las casas sirias, redacciones internacionales y despachos gubernamentales.
Al Sharaa, quien se erigió en líder indiscutible de la revolución, un año después ha fijado su posición de presidente, aunque con el apellido de ‘interino’, de la República Árabe Siria.
Los ciudadanos sirios aún recuerdan entre lágrimas de emoción lo que supuso para ellos el fin de la dinastía de los Assad: «La sencilla frase ‘Son las 6:18 a.m hora de Damasco y Siria está sin Bashar al Assad’ que escuchamos ese 8 de diciembre en la radio se convirtió en una canción para nosotros. Fue profundamente conmovedora y razón suficiente para derramar lágrimas de pura felicidad. Ahí recordé a todos mis seres queridos que habían sido asesinados por el régimen de Assad», cuenta a este periódico Ahmed, periodista sirio que volvió a su país el mismo día que comenzó la revolución tras más de seis años de exilio en Turquía.
SANCIONES ECONÓMICAS
La economía siria ha sido devastada por la guerra y las sanciones. El PIB ha caído más del 70% desde 2011. Tras la llegada de Al Sharaa, la UE y EE.UU. han levantado las sanciones económicas para permitir la inversión en el país
Estos 365 días de la ‘nueva Siria’ pueden explicarse en la figura de Al Sharaa a través de la transición que ha protagonizado: de antiguo líder yihadista a interlocutor de primer nivel en la comunidad internacional, llegando incluso a pisar la Casa Blanca hace apenas unos meses y de pronunciar el primer discurso en la sede de las Naciones Unidas de un líder sirio desde hace casi seis décadas.
¿Cómo ha sido el año de Al Sharaa? ¿Qué cambios ha sufrido un país al que se daba por perdido?
«Al Sharaa es un personaje de película. Ahora es un político, pero antes ha sido muchas cosas y él mismo ha reconocido su trayectoria yihadista», apunta Gabriel Garroum, investigador en Relaciones Internacionales en la Universitat Pompeu Fabra y colaborador del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC).
Con profundas raíces yihadistas, Al Sharaa ya se unió con 19 años a los grupos radicales: antes de llegar a Siria en 2011 para formar Jabhat al-Nusra, fue miembro del denominado Estado Islámico de Irak y el Levante de Abu Bakr al Baghdadi.
«Aunque tenga una solidez ideológica muy marcada bajo un islam extremo, ha sabido leer muy bien las situaciones y ha demostrado una gran capacidad para desarrollar una política pragmática», explica el experto.
Algún acierto y mucha incertidumbre
En este año, Al Sharaa parece haber acertado en muchos aspectos: ha puesto fin a décadas de aislamiento diplomático de Siria con una rapidez asombrosa. Muchas de las sanciones que sometieron a Siria bajo la dictadura de Assad han sido levantadas. Por ejemplo, se espera que el Congreso de los Estados Unidos derogue a principios de 2026 la sanción más severa: la conocida como ley César, impuesta para disuadir la inversión extranjera.
MILLONES DE DESPLAZADOS
Más de 1,2 millones de personas han regresado a Siria desde la caída de Assad. Sin embargo, hay más de 1,7 millones de desplazados internos, entre ellos más de 880.000 personas salidos de los campamentos del norte
El gran ejemplo de rehabilitación de la figura del exyihadista fue la visita a la Casa Blanca en noviembre de este año. Al Sharaa, reconvertido en estadista, apretó las manos del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Una imagen que parecía imposible hace unos años, sobre todo después de conocer la trayectoria de Al Sharaa: encarcelado en una prisión de Estados Unidos en Irak, desde donde junto a otros yihadistas crearon el germen de Daesh (Estado Islámico) y buscado por la Justicia norteamericana.
«El escenario ahora es el de un país que intenta reconectar tras una guerra civil tremenda y 50 años de dictadura. Siria es un país que tiene un reto importante: el encaje territorial y que es difícil de gestionar con varios grupos de insurgencia», asegura el investigador Gabriel Garroum.
MILES DE DESAPARECIDOS
En los últimos 50 años decenas de miles de personas han desaparecido en Siria debido a múltiples razones: secuestros, desapariciones forzadas, privación arbitraria de libertad, desplazamientos, migraciones u operaciones militares
Pero también sigue habiendo grandes heridas abiertas y retos: miles de desaparecidos siguen en las fosas comunes, millones de desplazados dentro y fuera del país aún no pueden volver a sus ciudades de origen y los episodios de violencia contra las minorías, como la alauita (a la que pertenecen los Assad), han sido una constante este año.
Desde finales de noviembre del año pasado, el propio Al Sharaa emitió declaraciones para asegurar a las numerosas minorías religiosas de Siria que su grupo había abrazado el pluralismo y la tolerancia religiosa.
La economía no se ha derrumbado, pero la situación financiera de muchos sirios se ha deteriorado desde la liberación. Cientos de miles de empleados públicos han sido despedidos. Se están recortando los subsidios y la reconstrucción es prácticamente inexistente.
ELECCIONES LIBRES
En octubre se celebraron comicios, pero no fueron plenamente democráticas. De hecho, los sirios no fueron llamados a las urnas, sino que tan sólo los 7.000 miembros de un Colegio Electoral estructurado pudieron votar
«La intención de Al Sharaa, según ha dicho en varias ocasiones, es que no quiere perpetuarse y que ‘sólo’ va a tener un papel en la transición. Pero nadie puede saberlo. Hizo lo difícil: hacer que Siria dejara de ser un país dinástico. Ahora por primera vez, el Gobierno ha tenido que dar explicaciones y rendir cuentas. El sirio de a pie tiene una buena valoración por la mejoría de la vida cotidiana. Pero se ha echado de menos un mayor diálogo nacional sobre qué pinta tiene que tener Sira. Las elecciones de octubre eligieron al 70% de los representantes a dedo», apunta Garroum.
Este es otro tema clave: la celebración de elecciones libres en el país. Existen muchas dudas de si se perpetuara en el poder o si cumplirá su palabra como presidente interino. «Solo queda esperar, pero de momento tiene el beneplácito de la comunidad internacional», sentencia el investigador.