Publicado: febrero 26, 2025, 11:44 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pedro-rodriguez-america-trump-empieza-irreconocible-20250227172732-nt.html
De Lejos
¿Estamos siendo dirigidos por alguien dispuesto a tragarse la visión retorcida de Putin sobre quién empezó la guerra en Ucrania y cómo debe terminar?

Hace justo ochenta años, el 23 de febrero de 1945, cinco marines izaban la bandera de Estados Unidos sobre el monte Suribachi. Aquel extinto volcán domina los 23 kilómetros cuadrados de la isla de Iwo Jima, escenario de una de las batallas más crueles … en el frente del Pacífico. Cuando los desesperados combates concluyeron el 25 de marzo, 6.821 infantes de Marina americanos habían sacrificado sus vidas o estaban agonizando. Otros 19.217 sufrieron graves heridas. Con la excepción de 54 soldados japoneses prisioneros, dos de los cuales se suicidaron, los 21.000 efectivos al mando del general Kuribayashi estaban muertos.
Aquella bandera tenía 48 estrellas, ya que Alaska y Hawái no se incorporaron a la Unión hasta 1959. La misma ‘Old Glory’ con la que los soldados americanos lucharon y derrotaron al nazismo alemán, el fascismo italiano y el imperialismo japonés. Aquella icónica imagen –capturada por el fotógrafo Joe Rosenthal de Associated Press, la misma agencia ahora vetada en la Casa Blanca por no someterse a la delirante cartografía trumpista– terminó por simbolizar una potencia hegemónica que hace ochenta años liberaba campos de concentración como Dachau en lugar de jalear a tecno-nazis. Una nación que luchaba con-y-por sus aliados, en lugar de venderlos o debilitarlos.
Un gobierno que nunca hubiera votado en la Asamblea General de Naciones Unidas con Rusia, Corea del Norte y Bielorrusia en contra de una resolución presentada al cumplirse el tercer aniversario de la invasión de Ucrania para exigir la retirada de las fuerzas del Kremlin y la rendición de cuentas por sus múltiples y documentados crímenes de guerra.
Ante unos Estados Unidos irreconocibles, tan lejos de sus 48 estrellas, cabe preguntarse como Thomas Friedman: «¿Estamos siendo dirigidos por un cómplice de Vladímir Putin, por alguien dispuesto a tragarse la visión retorcida del presidente ruso sobre quién empezó la guerra en Ucrania y cómo debe terminar? ¿O estamos siendo dirigidos por un padrino de la mafia, que busca repartirse territorio con Rusia de la misma manera que operan los jefes de las familias del crimen organizado?».
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