Publicado: noviembre 11, 2025, 9:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/jenifer-rosa-grandes-victimas-volcan-familias-llevan-20251107182406-nt.html
Este jueves se cumplen 40 años de la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Una tragedia en la que murieron casi 25.000 personas, entre ellos Carlos Alberto Gutiérrez, el padre biológico de Jenifer de la Rosa, quien contaba entonces tan solo una … semana de vida. La catástrofe dejó centenares de niños huérfanos, muchos de los cuales fueron adoptados por familias colombianas y también extranjeras. Años después, la falta de una gestión clara en las adopciones impidió a muchos de esos niños reencontrarse con sus familias biológicas. Jenifer es uno de esos casos.
Adoptada en 1987 por un matrimonio español radicado en Valladolid, esta mujer de ojos rasgados, piel canela y pronunciación castellana se embarcó hace diez años en un viaje para encontrar respuestas a muchas de las preguntas sobre sus orígenes. Sobre todas ellas destacaba una: ¿seguía viva su madre, Dorián Tapazo?
Así nació ‘Hija del volcán’, un documental –premiado en la Seminci de 2024– que se convirtió en la «excusa» y en el «empujón» que Jenifer necesitaba para viajar a Colombia. Allí escarbó, de manera metafórica, durante casi una década entre la lava del volcán Nevado del Ruiz; llamó a decenas de puertas e intentó conectar los puntos de la escasa información que logró reunir. «Me propuse saber qué había pasado aquel 13 de noviembre de 1985».
Jenifer conoció los primeros pasos de su vida a través del álbum fotográfico de sus padres adoptivos. «Me recogieron cuando tenía año y medio en una casa de Bienestar familiar (en Manizales). En la última foto del álbum aparecía el volcán Nevado del Ruiz, y sabía que estaba relacionado con mi historia, con lo que me había pasado», explica.
Durante años, cada aniversario de la catástrofe le recordaba su pasado y le generaba cierto nerviosismo. «Sabía que mi padre había muerto en la tragedia y que mi madre me había dejado a cargo de una socorrista de la Cruz Roja». Apenas dos datos para construir su biografía. Por eso se embarcó en este viaje de investigación: «Quería saber más de lo que me había pasado, del contexto, de mi madre, si estaba viva, dónde estaba… Toda la información que me faltaba».
Pero lo que halló fue «falta de información, archivos en los que faltaban documentos y también que el nombre de mi madre, Dorián Tapazco, no aparecía en ningún registro: ni viva ni muerta. Ahí empezó un periplo para buscarla, y saber si estaba viva…», recuerda.
Visita a la zona cero
Ese periplo incluía visitar la zona cero de la tragedia, algo que para la cineasta resultó «muy impactante». En su memoria tenía las fotos de sus padres biológicos «en los cafetales, una zona muy verde»; y la del orfanato de Manizales, en el que pasó sus primeros meses, «situado a gran altitud, y que también está en una zona verde».
Armero, el pueblo que quedó sepultado por lodo, lava y piedras, por el contrario, «era un lugar muy plano, donde hacía mucho calor y que se ha convertido en un camposanto. Allí ves ruinas, rodeadas de vegetación, que son visitadas por mucha gente en cada aniversario». Reconoce que «fue demasiada información en aquel momento. No era como la Colombia que me imaginaba».
Pero en la catástrofe del volcán Nevado del Ruiz la búsqueda de información tiene dos direcciones. «Mucha gente también quería saber si yo era su hija. Fue complicado ubicarme dentro de Armero y de la tragedia. Cuando empecé a conocer todos los relatos, vi que las verdaderas víctimas son todas esas familias que han vivido desde entonces buscando… Porque yo, al fin y al cabo, he crecido en otro país y no tengo esa memoria de la tragedia, de cómo ocurrió –concede–. Pero hay tantas personas que tienen historias desgarradoras, que ha sido muy duro el poder ubicar el dolor y el situarme dentro de ellas…».
Cuatro décadas después de la tragedia de Armero no se han cerrado todas las heridas, persiste la conocida como los ‘niños perdidos’, que no han podido reunirse con sus familias biológicas.
Imágenes de ‘niños perdidos’ que no han podido reencontrarse con sus familias biológicas
Pero, ¿es Jenifer de la Rosa una niña perdida? «La Fundación Armando Armero me ha ayudado a encontrar a otras personas de mi familia. Pero para afirmar que soy una niña perdida de Armero me falta todavía poder contrastarlo con una persona adulta. Que me lo pueda decir. Es muy duro reconocer lo que ocurrió. Esa palabra, robados, es dolorosa. Pero lo que sí es cierto es que denunciamos todas las negligencias que hubo. El hecho de que yo no encuentre a mi madre –subraya– es porque alguien decidió que yo no lo hiciera, porque la parte judicial, la del expediente, está firmada y se entregó en España. Pero si alguien hubiera contrastado esa información y hubiese visto que Dorián no existía como tal, yo hubiera podido encontrarla y todo habría sido más sencillo. Hubo muchas irregularidades que afectaron a muchas personas como yo».
Si bien no ha encontrado ningún familiar por parte paterna, «es muy complicado si no tienes el ADN del padre», sí ha tenido alguna alegría por vía materna. «Hemos podido encontrar algo… (sonríe, evitando hacer un ‘spoiler’ de su debut cinematográfico).
Tras una década buscando respuestas –en la que ha alumbrado un documental–, la cineasta asegura que ‘Hija del volcán’ le ha ayudado «a poder tener un relato. A poder entender dónde nací, qué es lo que me ocurrió y por qué fue mi adopción. Eso me ha dado paz».
Tras ver la cinta, es inevitable preguntarse, y preguntarle a Jenifer, cómo ha vivido su familia biológica este proceso de búsqueda. «La primera vez que fui a Colombia se lo oculté, pero ya me vi obligada a contarles el segundo viaje», confiesa. «Me dijeron que era normal que estuviera buscando y que quisiera conocer mi país, mis orígenes». Aquella sinceridad fue para ella un ‘shock’, reconoce. «Tras ver el documental me dijeron que les dolía que hubiera sufrido tanto, y que todavía no hubiera encontrado algunas respuestas. Y eso que en mi caso todo fue legal», aclara.
Pero la búsqueda no ha terminado. «Ahora queda regresar allí y que se vea ‘Hija del volcán’. Y ojalá me ayude a encontrar a Dorián y a terminar la historia. A cerrar la verdad, que fue la intención que tenía cuando empecé. Cuando fui por primera vez a Colombia pensé que iba a ser un camino más corto, pero ha sido largo».
Jenifer, en un momento del documental muestra un mural con todas las informaciones que ha ido recopilando
Pero entre tanto dolor, también ha habido esperanza: «Lo bonito de todo esto es que estoy contando con mucha gente de Armero, que ha venido a vivir aquí a España, que han visto la película y se han visto reflejados. El dolor permanece ahí, pero quieren seguir denunciando lo que sucedió. Y espero que este documental ayude un poco a poner el foco en todas esas denuncias que hubo en 1985 y todas esas separaciones que permanecen a día de hoy», asevera.
Este jueves, 40 aniversario de la tragedia, Jenifer de la Rosa estará en Armero, donde se estrenará su documental. «Se proyectará allí y ya, por fin, con ella se cierra el círculo que abrí».
