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Los gobiernos mexicanos que se sucedieron después de la Revolución por poco menos de un siglo se caracterizaron, en general, por su espíritu constructivo. Y, en particular, por una capacidad para crear instituciones. Esa fue la pauta, hasta que arribó al poder la administración de la llamada 4T, que del 2018 al actual 2024 se caracterizó por un instinto de sentido inverso. Por su furor destructivo. Por su espíritu, casi obsesivo, de cancelar, extinguir, desaparecer.
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