Publicado: noviembre 13, 2025, 9:15 pm
Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/pastillero-siglo-xxi-boom-suplementos-longevidad-20251113040241-nt.html
Cuando yo nací, mi abuela paterna tenía unos 65 años. Desde siempre, la recuerdo pegada a una bolsa de la farmacia con las pastillas para la tensión, el párkinson y algunas historias más. Imagino que como muchos de los abuelos de los 90. … Una época en la que si tenías una enfermedad crónica tomabas pastillas a diario y si no, no.
Treinta años después, con una esperanza de vida que en nuestro país alcanza los 84 años, el objetivo no es solo una vida larga sino llegar en las mejores condiciones posibles. Y todo esto, llevando un ritmo frenético. En esa búsqueda del ‘santo grial’ de la juventud eterna y el bienestar pleno, la suplementación se ha convertido en religión. Hay una pastilla o polvo de venta libre que promete una respuesta para cada necesidad: sentirse más enérgico, mantener la piel joven, dormir mejor, tener articulaciones más engrasadas, menos ansiedad, más músculo, prevenir enfermedades…
¿Merecen la pena? En opinión de los expertos consultados para este reportaje, a día de hoy no existen ensayos clínicos que avalen el consumo a largo plazo de este tipo de productos en población sana para mejorar la salud o prevenir el envejecimiento.
A pesar de ello, en los últimos años, la suplementación se ha sofisticado y ha llegado cada vez a un público más amplio. Quién no conoce a alguien que ha introducido en su rutina algún suplemento de colágeno, magnesio, omega 3, vitamina D, proteínas, melatonina o alguna planta, entre otros.
El consumo de complementos alimenticios ha crecido 16 puntos en apenas cuatro años: el 58% de los consumidores ya han tomado alguno en los últimos 12 meses, frente al 42% que lo hacían en 2021, según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Los más populares son los elaborados a base de vitaminas (85%), proteínas (53%), probióticos (45%), minerales (43%), ácidos grasos esenciales (38%) y aminoácidos (21%). La OCU achaca el aumento de su ingesta a una mayor preocupación por el cuidado de la salud, pero también a un creciente incremento de la publicidad online de este tipo productos, especialmente a través de las redes sociales.
En lo que va de año, OCU ha denunciado ya 15 complementos alimenticios por alegaciones incompletas, inventadas o no autorizadas a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN): en concreto, cuatro para el tratamiento de problemas articulares y otros once que aducen efectos adelgazantes.
Lo que dice la evidencia
Uno de los estudios más recientes, un metaanálisis publicado en ‘JAMA Network Open’ en junio de 2024, con datos de más de 390.000 personas, seguidas durante unos 20 años en tres cohortes diferentes en Estados Unidos, concluye que las personas que toman multivitamínicos a diario no obtienen beneficios para la longevidad, ya que no presentan un menor riesgo de mortalidad que aquellos que no consumen estos productos.
Lo que sí tiene evidencia científica para cumplir años en buena forma, coinciden los expertos, es seguir una dieta mediterránea, hacer actividad física diaria, mantener un peso saludable, tener amigos, dormir lo suficiente y evitar tóxicos como el tabaco y el alcohol. Pero esto nos cuesta cumplirlo. «Estamos sustituyendo lo que funciona y requiere disciplina vital por cosas sin evidencia que cambian cada x meses porque a alguien se le ocurre decir que es lo mejor», advierte el doctor Jorge Soto, dermatólogo del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET). El experto reconoce que hay moléculas prometedoras en estudio como la metformina o la rapamicina y otras como la quercetina, espermidina y curcumina, pero todavía no hay investigaciones concluyentes sobre dosis, seguridad y predicción de respuesta como para recomendar nada de forma generalizada en población sana.
En el caso de nuestra piel, el dermatólogo asegura que para mejorar su aspecto, además de un estilo de vida saludable, es necesario hidratarla y aplicarse fotoprotección, puesto que el sol es uno de los factores que más la envejece. «Hidratar, proteger del sol, aplicar un retinoide por la noche y, si quieres, vitamina C por la mañana antes de la hidratación, es una rutina más efectiva que tomar un suplemento», asegura el doctor Soto.
«Para una persona sana, que no tenga una necesidad o una deficiencia de una vitamina o un micronutriente, no es necesaria la suplementación», afirma el doctor Miguel Ruiz-Canela, catedrático y director del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra.
El caso de la vitamina D
Es cierto que en los últimos años se ha detectado más déficit de vitamina D en la población, pero tampoco está claro que haya que suplementar de forma generalizada. La Sociedad Endocrina, integrada por más de 18.000 científicos, médicos, educadores, enfermeros y estudiantes de 122 países, publicó el año pasado una nueva guía de práctica clínica con recomendaciones sobre niveles de vitamina D. Y su veredicto va en contra de la moda actual.
En los últimos tiempos, el déficit de esta sustancia en el organismo se ha relacionado con patologías como algunos cánceres, diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular, síndrome metabólico y enfermedades infecciosas y autoinmunes. A pesar de que no hay evidencia suficiente sobre su papel protector frente a ninguna de estas enfermedades, la realidad es que cada vez más pacientes se muestran preocupados por sus niveles de vitamina D y quieren medírselos o directamente suplementarse. Sin embargo, la Sociedad Endocrina considera que es poco probable que los adultos sanos menores de 75 años se beneficien de tomar más de la ingesta diaria recomendada por los Institutos de Medicina de EE.UU. (600 UI [15 μg] al día) y no requieren pruebas de niveles de vitamina D. Solo para los niños, las embarazadas, los adultos mayores de 75 años y los adultos con prediabetes de alto riesgo, la guía recomienda una cantidad mayor de vitamina D que la cantidad diaria recomendada.
Hay que recordar que la principal fuente de vitamina D es el sol, con la que obtenemos el 80% de lo que necesitamos. Basta con 10-15 minutos al día de exposición sin protección solar. Con la alimentación (aceite de hígado de bacalao, salmón, sardinas, caballa, atún, champiñones, yema de huevo y leche entera) ingerimos el otro 20%.
Investigar el origen del malestar
El doctor Miguel Ruiz-Canela advierte de que la toma de suplementos a veces puede tapar el origen del malestar y no se corrige la raíz del problema. «Siempre que oigo este tipo de consejos de: ‘si estás cansado toma este suplemento’, pienso que nos estamos saltando pasos previos. ¿Por qué estás cansado? Porque duermes poco. Si sigues durmiendo poco, el suplemento no lo va a solucionar. Hace falta higiene del sueño y ver qué hábitos se tienen en el tiempo previo a irse a la cama. Al final, de lo que hablamos es de estilo de vida. Primero habría que ir a esas bases y luego ya plantearse si, a pesar de esos cambios, existe una motivación concreta que a nivel particular requiera algún tipo de suplementación orientada por el médico o profesional sanitario. Pero no se puede recomendar de manera generalizada a toda la población porque no hay evidencia», apunta el experto en medicina preventiva.
En esta línea, la Sociedad Española de Neurología (SEN) ha alertado recientemente de que en los últimos años están observando un aumento exponencial de productos y servicios dirigidos a personas con insomnio crónico. «Desde suplementos y pastillas que se presentan como ‘naturales’, aerosoles o infusiones milagro, hasta almohadas especiales, antifaces con tecnología incorporada, aplicaciones de meditación, dispositivos electrónicos, gafas con filtros de luz, lámparas de colores o incluso retiros de fin de semana orientados a ‘curar’ el insomnio. Sin embargo, la realidad es que ninguno de estos productos ha demostrado eficacia en el tratamiento de este trastorno», explica la doctora Celia García Malo, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN. El insomnio, señalan desde la SEN, es una entidad clínica compleja que requiere de un correcto diagnóstico y tratamiento por parte de un médico especialista.
En opinión del doctor Ruiz-Canela, ni a corto ni a medio plazo vamos a tener una tratamiento farmacológico que nos permita envejecer de forma saludable a nivel global. «¿Qué pastilla nos rellena el hueco de lo que aportan las relaciones sociales? Yo me tomo una pastilla para perder peso, pero los beneficios que tengo cuando pierdo peso gracias a la actividad física y a la dieta van mucho más allá. Con la actividad física consigo un bienestar que tiene consecuencias positivas para prevenir o tratar la depresión, por ejemplo. La pastilla nos puede cubrir una parte, lo otro siempre será más integral», concluye.
Que muchos de estos suplementos sean de venta libre, incluso puedan encontrarse en supermercados, no quiere decir que sean inocuos. «Hasta un 31% de los consumidores los toman sin consultar con un profesional sanitario. Un riesgo para la salud en mujeres embarazadas o que están dando el pecho, para personas con alguna dolencia hepática o renal o, simplemente, para quien se está medicado, por sus posibles interacciones y efectos no deseados», advierte Ileana Izverniceanu, portavoz de OCU.
Un estudio preliminar presentado hace unos días en las Sesiones Científicas 2025 de la Asociación Americana del Corazón señala que tomar suplementos de melatonina durante más de un año para tratar el insomnio podría estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca, aumentar las hospitalizaciones y elevar la mortalidad. Aunque se trata de un estudio observacional, por lo que no se puede establecer causalidad.
Lo que se está estudiando
«Bajo el concepto antienvejecimiento se cuela mucha paraciencia. Es muy difícil demostrar que algo tiene un efecto antienvejecimiento. No lo hemos demostrado con fármacos, imagínate con suplementos», señala Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y catedrático de la Universidad de Leicester (Reino Unido), donde dirige un laboratorio de investigación en cáncer y envejecimiento.
A día de hoy, recuerda el investigador, lo único que se sabe que funciona es seguir una dieta mediterránea equilibrada, mantener un peso saludable, practicar ejercicio moderado de forma constante, no fumar, no beber alcohol, dormir lo suficiente, una vida social activa y tener una exposición al sol controlada porque, en exceso, envejece la piel. «En estudios con animales se ha visto que la restricción calórica, la metformina y la rapamicina funcionan, pero hay que ver si pasa lo mismo en humanos. Esto es más difícil porque el fármaco tendría que tener cero efectos secundarios para que compensase dárselo a personas sanas». El experto cree que veremos antes fármacos para enfermedades concretas ligadas al envejecimiento, que un medicamento para prevenir el envejecimiento como proceso biológico. «No quiere decir que algún día no consigamos la pastilla, pero, mientras no la tengamos, hay que intentar hacer vida sana», concluye Salvador Macip.
