Publicado: noviembre 13, 2025, 11:12 pm

Donald Trump estudia ya planes de ataque selectivo dentro de Venezuela, al mismo tiempo que consolida la campaña militar en el Caribe bajo un nuevo nombre: «Operación Southern Spear» («Operación Lanza del Sur»). La designación, anunciada por el secretario de Guerra, Pete … Hegseth, en la red X, refleja que ya no se trata de una serie de golpes puntuales, sino de una operación sostenida y de largo recorrido con el régimen de Nicolás Maduro en el centro del radar.
El miércoles, según ha podido confirmar ABC, un grupo de altos mandos militares presentó a Trump, en la Casa Blanca, opciones actualizadas para posibles operaciones dentro de Venezuela, incluidas por primera vez acciones selectivas sobre objetivos en tierra firme. En la reunión participaron el secretario de Guerra, Pete Hegseth; el jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, y otros responsables de seguridad nacional.
No se ha tomado aún una decisión final, pero, según esas mismas fuentes, el presidente pidió a sus asesores que detallaran efectos, calendario y previsibles represalias del chavismo y de sus aliados.
En paralelo, Hegseth confirmó en X que la campaña antidroga en el Caribe pasa a denominarse «Operación Lanza del Sur» y que estará dirigida por un mando específico, la «Fuerza Conjunta Lanza del Sur», bajo la órbita del Comando Sur de EE.UU. «El presidente Trump ordenó actuar, y el Departamento de Guerra está cumpliendo», escribió. «Esta misión defiende nuestra patria, elimina a los narco-terroristas de nuestro hemisferio y protege a nuestro país de las drogas que matan a nuestra gente. El hemisferio occidental es el vecindario de América, y lo vamos a proteger».
President Trump ordered action — and the Department of War is delivering.
Today, I’m announcing Operation SOUTHERN SPEAR.
Led by Joint Task Force Southern Spear and @SOUTHCOM, this mission defends our Homeland, removes narco-terrorists from our Hemisphere, and secures our…
— Secretary of War Pete Hegseth (@SecWar) November 13, 2025
Ese nombre ya había circulado en enero, nada más entrar Trump en la Casa Blanca, pero ahora se reutiliza para una operación sostenida y de amplio alcance en el Caribe, donde se ha desplegado un contingente extraordinario de la Armada estadounidense, incluido el portaaviones Gerald Ford.
La dimensión militar es considerable. A la fuerza inicial ya desplegada —buques armados con misiles Tomahawk, un submarino de ataque y más de 4.000 marineros y marines— se suman ahora casi una docena de barcos de la Armada y alrededor de 12.000 efectivos en total en la región. Trump ha ordenado además reposicionar diez cazas F-35 en Puerto Rico, donde unidades de marines entrenan desembarcos anfibios y operaciones de interdicción marítima.
La campaña estadounidense ha incluido hasta ahora al menos 17 ataques contra embarcaciones sospechosas en aguas de Sudamérica y del Caribe, en operaciones que han alcanzado un total de 21 barcos. En ellas han muerto entre 69 y 80 presuntos traficantes, algunos de ellos designados por Washington como integrantes de organizaciones terroristas. Solo dos supervivientes, rescatados por unidades estadounidenses, fueron repatriados a Ecuador y Colombia; uno quedó en libertad al no hallarse pruebas en su contra.
En el plano político, la Casa Blanca no esconde que Venezuela es el objetivo principal. Como publicó ABC en septiembre, Trump estudia desde entonces emplear la coartada de la lucha antidroga para golpear la logística del cártel de los Soles y del Tren de Aragua, estructuras que, según la Fiscalía de EE.UU., operan bajo protección de la cúpula chavista. La recompensa por la captura de Nicolás Maduro se ha duplicado a 50 millones de dólares y en el Senado se discute ya elevarla a 100 millones. El mandatario venezolano está acusado en EE.UU. de enviar cocaína al país «en beneficio personal y de su entorno familiar».
Las fuentes consultadas por ABC describen un mapa en constante revisión con posibles blancos dentro de Venezuela: pistas clandestinas, campamentos logísticos, depósitos de combustible y nodos donde confluyen los intereses de los carteles y de la cúpula chavista. «El objetivo es restar al régimen sus capacidades financieras y operativas sin entrar en una invasión clásica», resume un cargo conocedor de esos debates. Oficialmente, la línea sigue siendo que «no se habla de cambio de régimen», pero los preparativos militares y financieros apuntan a una estrategia de asfixia que busca provocar un movimiento interno contra Maduro.
La escalada externa se cruza además con un pulso interno en Washington. El ataque de junio contra el programa nuclear iraní sirve como precedente y advertencia. Aquel golpe obligó a la Casa Blanca a enviar cartas al presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y al presidente «pro tempore» del Senado, Chuck Grassley, para dejar constancia de que Trump actuó bajo su autoridad constitucional como comandante en jefe. Fuentes del Congreso explican a ABC que, si se extienden los ataques al territorio venezolano, el debate sobre la Ley de Poderes de Guerra será inevitable.
En los últimos dos meses EE.UU. ha destruido varias narcolanchas cargadas de cocaína en aguas internacionales, en algunos casos sin intentar la interceptación previa. «En vez de abordar la embarcación, por orden del presidente la volamos. Y volverá a ocurrir», dijo el secretario de Estado, Marco Rubio, insistiendo en que «esta es una operación antidroga» y en que «vamos a enfrentarnos a los carteles dondequiera que estén».
En Caracas, Maduro ha advertido de que cualquier agresión supondría el paso a una «etapa de lucha armada, planificada, organizada, de todo el pueblo contra la agresión». En Washington, la impresión entre los sectores más duros de la Administración es otra: «Llevamos años describiendo a Venezuela como un narcoestado. Ahora estamos alineando capacidades militares, legales y financieras para que eso tenga consecuencias reales», afirma otra fuente de la Casa Blanca.
