Publicado: noviembre 12, 2025, 4:42 am

Con la bandera de España a un lado y la de la República Popular China al otro. Así amanecía esta mañana la plaza de Tiananmen, donde los Reyes han sido recibidos por el presidente Xi Jinping y su esposa, Peng Liyuan.
Situada al … sur de la Ciudad Prohibida, a su alrededor se alzan el Gran Palacio del Pueblo –sede del Parlamento y de las recepciones de Estado– y el Museo Nacional de Historia, y es donde se encuentra la tumba de Mao Zedong, fundador de la República Popular China.
Este lugar es también el escenario de uno de los capítulos más oscuros del régimen y que el gobierno autoritario chino pretende ocultar: las protestas prodemocráticas de 1989, que fueron reprimidas con violencia por el Ejército. Este episodio, cuyo número oficial de víctimas mortales se desconoce, ha sido borrado de la historia oficial y la plaza permanece bajo un férreo control de seguridad.
El hecho de que los Reyes hayan iniciado aquí su viaje, es algo habitual en los viajes de Estado de mandatarios a China. Lo que ha sido un hecho extraordinario es la ofrenda floral posterior, ya que en visitas de otros países los jefes de Estado no han accedido a realizar este acto. El gesto de Don Felipe y Doña Letizia implica, en parte, validar un espacio que encarna tanto la autoridad del Partido Comunista como el silencio impuesto sobre su mayor mancha histórica. En el caso de España, adquiere un matiz aún más delicado, teniendo en cuenta que fue uno de los países europeos que evitó sancionar a Pekín tras la matanza. En los anteriores viajes de Estado con Juan Carlos I y la Reina Sofía –que tuvieron lugar en 1995 y 2007–, los padres de Felipe VI evitaron la plaza de Tiananmen y no hicieron ninguna ofrenda floral, aunque Don Juan Carlos fue el primer jefe de Estado occidental en visitar China después de aquellos hechos.
En el contexto actual de esta visita, este gesto de los Reyes tiene trascendencia por lo que supone para España en términos de acercamiento por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al régimen autoritario chino, lo que implica el recelo de sus socios tradicionales, como la Unión Europea y Estados Unidos, cuando desde la primera revisan alianzas por temor a la injerencia china y el segundo es un enemigo declarado del régimen de Xi Jinping.
Una concesión de Moncloa
El Rey y la Reina han ascendido las escaleras del Monumento a los Mártires del Pueblo escoltados por dos soldados del Ejército Popular de Liberación, quienes portaban la corona de flores depositada en la base del obelisco a modo de homenaje.
Ensalza este la memoria de los «mártires revolucionarios» que dieron su vida por la causa revolucionaria, a quienes desea «gloria eterna», según la inscripción caligrafiada por Mao Zedong en la losa central.
Sus mosaicos, por tanto, nada dicen del millón de manifestantes que a finales de mayo de 1989 acamparon aquí exigiendo más pluralismo político, los que el régimen silenció por la fuerza, ordenando a las fuerzas armas abrir fuego contra su propia población.
El lugar representa desde entonces, en silencio, el mayor estigma a la legitimidad del régimen, un escenario que muchos mandatarios extranjeros —no todos— han preferido evitar en sus visitas. La presencia de los Reyes en este acto de homenaje, por tanto, supone una problemática legitimación del escenario.
Fuentes consultas por ABC se escudan en la naturaleza unitaria de los viajes de Estado, planteada de antemano por el país anfitrión y cuya formulación final depende del Palacio de la Moncloa y el ministerio de Asuntos Exteriores más que la Casa del Rey. Son varias las voces que reconocen la incomodidad que genera este acto y su potencial uso propagandístico por parte del régimen. Sin embargo, defienden su inclusión en la agenda como una concesión para no rebajar el perfil de la visita y que esta obtenga el máximo rédito. Otras fuentes consultadas explican que la ofrenda floral también responde a la que Xi Jinping realizó en la Plaza de la Lealtad durante su última visita de Estado a España en 2018.
Antes de la ofrenda floral, en el interior del Gran Palacio del Pueblo, Xi Jinping y Felipe VI han firmado diez acuerdos entre España y China que abarcan desde la cooperación científica y educativa hasta la promoción cultural y la seguridad alimentaria. En principio iban a ser nueve, pero en el último momento se ha firmado otro en materia económica, el de la comisión mixta de cooperación económica.
El presidente Xi Jinping ha destacado que «la situación internacional es cambiante y turbulenta y el mundo necesita de más fuerzas constructivas por la paz y el desarrollo» y ha subrayado el valor histórico y simbólico de la relación entre ambos países. «Su Majestad el Rey ha visitado China en varias ocasiones y es un buen amigo del pueblo chino», ha subrayado, al tiempo que ha recordado que la Casa del Rey «ha hecho importantes contribuciones al desarrollo de las relaciones entre China y España». Xi Jinping evocó la visita de Juan Carlos I en 1978, «en un momento en que el país iniciaba su política de reforma y apertura», y que «abrió un nuevo capítulo en la historia de las relaciones sino-españolas». De cara al futuro, el presidente chino subrayó su voluntad de «construir una Asociación Estratégica Integral más firme en su orientación, más dinámica en su desarrollo y con mayor influencia internacional», con el propósito de «contribuir de forma aún más significativa a la prosperidad, la paz y el desarrollo del mundo».
Felipe VI, por su parte, ha agradecido la hospitalidad del presidente chino y ha subrayado la solidez de una relación «de confianza mutua, bajo los principios de respeto y de prosperidad compartida». Una vez finalizada la intervención del presidente Xi, Felipe VI todavía no había terminado de hablar cuando el equipo de seguridad del Gran Palacio del Pueblo quiso retirar del salón de reuniones a los periodistas españoles que tomaban notas sobre las palabras del Rey, entre ellos este diario. Finalmente, abandonaron la sala sin haber terminado de escuchar a Felipe VI.
