Epstein destroza el relato del Trump invulnerable a los seis meses de mandato - Chile
Registro  /  Login

Otro sitio más de Gerente.com


Epstein destroza el relato del Trump invulnerable a los seis meses de mandato

Publicado: julio 20, 2025, 3:02 am

Donald Trump cumple este 20 de julio seis meses en el poder con un control casi total del aparato institucional, una agenda sin frenos y una velocidad de ejecución que sus propios asesores definen como aplastante. Ha enderezado la economía, reescrito la política migratoria, intervenido en Oriente Próximo y forzado a China a renegociar los aranceles. Tiene al Capitolio de momento alineado, al Tribunal Supremo a su favor y una Casa Blanca muy disciplinada, a diferencia de en su primer mandato. Y sin embargo, hoy, lo que sacude su presidencia, lo que le vuelve irascible, lo que preocupa a su equipo no es un frente exterior, ni la resistencia demócrata: es Jeffrey Epstein.

Epstein es el único nombre capaz de romper la ilusión de invulnerabilidad que Trump ha construido durante dos décadas. Porque Epstein simboliza todo lo que Trump ha prometido combatir: élites corruptas, secretos impunes y poder sin consecuencias. Si el nombre de Trump aparece vinculado, aunque sea de forma colateral, en los archivos secretos de la causa de ese depredador ya fallecido, se tambalea el relato de que el presidente no es como los demás.

El arranque del segundo mandato ha sido demoledor. El 4 de julio, Trump firmó su gran ley fiscal: un paquete de recortes de impuestos y aumento de gasto que consolida la bajada fiscal de 2017, recorta programas sociales y dispara el presupuesto militar. La medida ha elevado el déficit, sí, pero también ha desatado el entusiasmo de su base.

A la par, se endureció la política migratoria, ya que hoy se permite detener sin fianza a cualquier inmigrante acusado de delitos menores. Las deportaciones superan las 200.000. El mensaje es claro: en Estados Unidos no debe entrar quien no deba estar.

A eso se suman los vetos migratorios –casi 20 países fuera del sistema–, el colapso del cruce ilegal en la frontera sur, el rediseño del comercio con China y la demolición quirúrgica de varias de las instalaciones nucleares de Irán.

En lo internacional, Trump ha vuelto a poner a EE.UU. en el centro. Ha presionado a Irán, ha logrado que Xi Jinping firme un acuerdo comercial bajo sus condiciones, y ha acercado posturas con Rusia mientras marca distancias con Europa. Ha visitado Arabia Saudí, Canadá, Roma. Ha celebrado el 250 aniversario del Ejército con un desfile que mezcló tanques, cazas y propaganda patriótica. Y ha dejado claro que su prioridad es ganar: en política, en comercio y, sobre todo, en imagen.

En este ínterin, Trump no ha buscado consenso, ha impuesto su fuerza. Se cargó 8.000 millones de ayuda exterior, mil millones a la radiotelevisión pública y despidió a más de mil empleados del Departamento de Educación. En su breve paso por Washington, Elon Musk dirigió el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) como una empresa: recortar, cerrar, optimizar. Luego se fue, con un recado en el divorcio con Trump.


Imágenes de Epstein y Trump, junto con un llamamiento a revelar los documentos del caso Epstein, se proyectan en el edificio de la Cámara de Comercio de EE.UU., frente a la Casa Blanca


Afp

Si el presidente no revelaba del todo la lista de clientes de Epstein, los supuestos millonarios depredadores que abusaron de menores y mujeres prostituidas, era porque el nombre del hoy mandatario figuraba en ellas. Trump pestañeó. La Casa Blanca entró en modo de control de daños. La realidad era que a pesar de las promesas, del teatro de dar a unos influencers unos legajos que supuestamente eran los archivos del caso, la verdad, toda la verdad, del caso, sigue oculta. Dice la Casa Blanca que porque el caso está judicializado, pero esos contratiempos no le han impedido a Trump antes saltarse las normas, escritas o no escritas.

Lo cierto es que, a pesar de sus promesas en campaña, seis meses después sigue oculta la verdad del caso Epstein, los cientos de gigas de imágenes y vídeos, los nombres de los ricos y famosos a los que llevó a su isla privada a abusar de mujeres. A principios de julio, el Departamento de Justicia anunció que tras revisar miles de documentos no había evidencia de la supuesta «lista de clientes» poderosos de Epstein y dio por concluidas las divulgaciones sobre el caso. Nada que ver aquí. Esta conclusión, que además quería confirmar que Epstein se suicidó en prisión en 2019, cayó como balde de agua fría entre seguidores de Trump. Muchos de ellos esperaban que su Administración por fin revelara nombres de figuras comprometidas con Epstein –algo que el propio Trump, la fiscal general Pam Bondi y otros habían insinuado al tomar posesión–.

Críticas y abucheos

Ocurrió lo contrario, y el descontento no tardó en crecer: en foros en internet afines a Trump proliferaron acusaciones de encubrimiento, y en eventos públicos se llegaron a escuchar algunos abucheos y reproches provenientes de las filas habitualmente leales al presidente, un hecho inédito hasta hoy. La reacción de Trump fue airada.

En mensajes publicados en su red Truth Social, arremetió contra esos «antiguos seguidores» que osaron criticarlo por Epstein, acusándolos de haber «caído por completo» en lo que él denomina «el engaño de Jeffrey Epstein» urdido por sus rivales, sobre todo por Barack Obama y Hillary Clinton. El mandatario los tildó de «débiles» por, a su juicio, hacerle el juego a los demócratas con ese tema. «No han aprendido la lección», se quejó Trump, advirtiendo de que quienes dudan de él «están desperdiciando tiempo» y que ya no necesita su respaldo. «Que sigan adelante haciendo el trabajo de los demócratas… ¡porque ya no quiero su apoyo!», estalló el presidente, en un mensaje que dejó atónitos a muchos en su base electoral.

Puertas adentro, el equipo de Trump entendió la gravedad de la situación y se movió rápidamente para aplacar la inquietud, porque en 2026 hay elecciones parciales y los demócratas podrían retomar el Capitolio. A petición expresa del presidente, la fiscal general Pam Bondi presentó el 18 de julio una inusual petición legal para que se hicieran públicos los testimonios secretos del gran jurado relacionados con Epstein, alegando el interés público en la transparencia.

Ese mismo día, la Casa Blanca distribuyó en la sala de prensa a periodistas un argumentario para defender la posición del presidente frente al caso Epstein. En esos puntos de discusión se recalcaba que Trump «no tiene nada que ocultar» y se instaba a destacar los logros de la agenda presidencial por encima de «teorías conspirativas sin fundamento».

Ese movimiento evidenció la preocupación dentro de los círculos cercanos al mandatario. Consideran necesario defenderse, claramente. Aun así, la polémica no se disipó de inmediato. La propia Pam Bondi se enfrentó a críticas y burlas por parte de algunos simpatizantes conservadores, después de que meses atrás insinuara públicamente que tenía en su despacho una «lista de clientes» de Epstein lista para revelarse –algo que nunca existió–.

También trascendieron roces internos: el subdirector del FBI, Dan Bongino, uno de los leales a Trump, estuvo a punto de renunciar tras expresar a sus colegas su frustración con el manejo del caso, según informes de prensa en EE.UU. Mientras, Tulsi Gabbard, actual directora de Inteligencia Nacional, ha acusado a Barack Obama de orquestar un complot para desacreditar la elección de Trump en 2016, señalando una supuesta conspiración dentro de su Administración para fabricar pruebas sobre la injerencia rusa. La acusación, lanzada justo cuando crece la presión sobre Trump por el caso Epstein, funciona como una distracción calculada: desvía la atención hacia un enemig o familiar.

Related Articles