Publicado: diciembre 2, 2025, 5:04 pm
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha sido un problema político para el presidente Donald Trump desde su confirmación en el Senado a principios de este año, a la que sobrevivió gracias a un único voto de desempate emitido por el vicepresidente JD Vance.
También sobrevivió al episodio de la filtración del chat de Signal, incluso cuando se hizo evidente que había copiado planes de batalla clasificados y los había pegado en una cadena de mensajería cifrada, pero no clasificada. Culpó a la prensa, comenzó a expulsar a las organizaciones de noticias de la sala de prensa del Pentágono e insistió en que firmaran un compromiso de no buscar noticias que no hubieran sido aprobadas por su oficina de relaciones públicas. Casi nadie firmó, ni siquiera Fox News, su anterior empleador.

Ahora, el precio político del mandato de Hegseth en el Pentágono se ha incrementado. A medida que aumentan las investigaciones sobre la legalidad de los ataques que han matado a decenas de personas en aguas de Venezuela, su enfoque de no tomar prisioneros y no dejar sobrevivientes ha llevado incluso a los partidarios republicanos a exigir respuestas. Hasta ahora, pocas se han producido.
Ante las afirmaciones de que las órdenes de Hegseth podrían haber conducido a cometer de crímenes de guerra —si no por parte del secretario, sí por parte de los altos mandos que seguían sus órdenes generales—, Trump dio la impresión durante el fin de semana de estar distanciándose de su secretario de Defensa.

El domingo por la noche, Trump dijo que no se habría sentido cómodo con las órdenes de matar a los sobrevivientes del primer ataque contra una lancha rápida. “Pete dijo que no ordenó la muerte de esos dos hombres”, dijo el presidente. Y añadió: “Le creo, al 100 por ciento”. Trump también dijo: “Yo no habría querido eso. Ni un segundo ataque”.
Pero incluso mientras Trump respondía a preguntas a bordo del Air Force One sobre si su secretario de Defensa había sobrepasado los límites legales con los asesinatos de Venezuela, el mismo secretario estaba en las redes sociales bromeando sobre el asunto. El domingo, Hegseth publicó un meme en el que aparecía Franklin, la tortuga de una serie de libros infantiles, disparando un arma contra un buque cargado de mercancías desde un helicóptero.
“Para tu lista de deseos de Navidad”, escribió Hegseth en las redes sociales.
For your Christmas wish list… pic.twitter.com/pLXzg20SaL
— Pete Hegseth (@PeteHegseth) December 1, 2025
La broma no hizo gracia y desató una tormenta de críticas, incluso de usuarios conservadores de las redes sociales. “Un pueblo civilizado respeta la vida dada por Dios y no trata a la ligera el hecho de quitar la vida, por vil que sea el uso que se haya hecho de ella”, escribió un usuario en respuesta a la publicación de Hegseth. “Ese meme distaba mucho de ser cristianismo. Era sed de sangre”.
Y aunque Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, y otros altos funcionarios estadounidenses dijeron que Hegseth no autorizó específicamente un segundo ataque, Hegseth no lo ha negado de manera explícita en sus propias declaraciones públicas.
En un correo electrónico enviado a los periodistas, Hegseth recurrió a su habitual estilo de despotricar contra las “noticias falsas”, de las que dijo que estaban “difundiendo más información inventada, incendiaria y despectiva para desacreditar a nuestros increíbles guerreros que luchan para proteger a la patria”.

En su respuesta, Hegseth no dijo en ningún momento que no había ordenado matar a todos los que iban a bordo del barco. Más bien, dijo que “la intención declarada es detener las drogas letales, destruir las narcolanchas y matar a los narcoterroristas que están envenenando al pueblo estadounidense”.
“Cada traficante que matamos está afiliado a una Organización Terrorista Designada”, añadió en una publicación en las redes sociales. Para reforzar su argumento, escribió en otro mensaje: “Solo hemos empezado a matar narcoterroristas”.

Su redoblado empeño fue notable, porque en los tres meses transcurridos desde que comenzaron los ataques letales contra las lanchas rápidas, la mayoría de los juristas han llegado a la conclusión de que lo más probable es que los ataques sean ilegales: incluso los narcotraficantes son civiles y, por tanto, no son objetivos apropiados para las fuerzas militares. (Hasta agosto, incluso el gobierno de Trump se ocupó de las lanchas haciendo que la Guardia Costera, respaldada por la Marina, interceptara las embarcaciones y detuviera a quienes iban a bordo. Si abrían fuego, era para apagar los motores de la embarcación).
Está claro que Hegseth es susceptible a esas sugerencias. Cuando Mark Kelly, senador por Arizona y piloto retirado de la Marina, y otros congresistas demócratas recordaron a los soldados estadounidenses su responsabilidad de hacer caso omiso de las órdenes ilegales —el asesinato de civiles sería un ejemplo clásico—, Hegseth ordenó que se investigara si Kelly debía volver a ser reintegrado al servicio militar y ser sometido a un consejo de guerra.

Kelly reiteró sus declaraciones el domingo en el programa Meet the Press, advirtiendo a los miembros del servicio que recibieron órdenes ilegales que “no solo no tienen que cumplirlas, sino que están legalmente obligados a no cumplirlas”.
“Dije algo muy sencillo y no controvertido —añadió—, y Donald Trump dijo que deberían colgarme, ejecutarme y procesarme. Pete Hegseth dijo que deberían someterme a un consejo de guerra”.
“¿No es ridículo?”, continuó. “Decimos: ‘Cumplan la ley’, y esta es su respuesta”. Y añadió después: “Pete Hegseth no es una persona seria”.

De hecho, el presidente se ha referido a quienes han pedido que los militares cumplan la ley como traidores. Y ha dicho que su secretario de Defensa sigue contando con su apoyo.
Pero ese apoyo ya ha fluctuado antes. Cuando Hegseth tenía problemas para conseguir suficientes votos republicanos en el Congreso, Trump les dijo a personas de su entorno que estaba considerando ofrecerle el puesto al gobernador de Florida, Ron DeSantis, según informó The New York Times. Al final, Trump apoyó a Hegseth y fue confirmado por un voto en el Senado, con tres senadores republicanos que se unieron a los 47 miembros de la asamblea partidaria demócrata que votaron en su contra.

Y Hegseth está recibiendo poco apoyo del resto del equipo de seguridad nacional de Trump, que se muestra incómodo ante su discurso constante sobre la restauración de la “letalidad” y su afición a hacer flexiones con los soldados. Observan, por ejemplo, que ha dicho comparativamente poco sobre estrategias para contrarrestar a China —el país que las propias declaraciones de misión del Pentágono consideran como la única potencia que puede rivalizar con el poderío militar, tecnológico y económico estadounidense— en comparación con el tiempo y el debate dedicados a Venezuela, que tiene unos 125.000 soldados y poca capacidad para luchar en el aire o en el mar.
Mandato polémico
El mandato de Hegseth se ha caracterizado por conflictos, controversias y una racha de caos sin parangón en la historia reciente del Departamento de Defensa (al que ahora llama departamento de Guerra).
En febrero, durante su primer viaje a Europa como secretario de Defensa, sus comentarios que parecían favorecer a Rusia en la guerra con Ucrania enfurecieron tanto a los aliados europeos que el senador Roger Wicker, republicano por Mississippi que dirige el Comité de Servicios Armados, calificó su actuación como “error de novato”.

En marzo, invitó a Elon Musk a una reunión informativa clasificada sobre los planes secretos del Ejército para una posible guerra con China en el Pentágono, una medida que tomó por sorpresa incluso al presidente. La visita prevista de Musk se canceló después de que el Times publicara su artículo sobre ella, según una persona con conocimiento del asunto.
El mandatario negó que la sesión informativa estuviera planeada, pero también dejó claro que pensaba que Musk no debería tener acceso a esos planes de guerra.
También en marzo, Hegseth reveló en un chat de Signal la secuencia de vuelo clasificada para los ataques estadounidenses en Yemen. En abril, tres miembros del equipo que llevó al Pentágono fueron acusados de filtrar información no autorizada y los escoltaron fuera del edificio. Su principal portavoz acusó entonces a Hegseth de deslealtad e incompetencia.

Cuando el gobierno de Trump lanzó los ataques aéreos estadounidenses contra las instalaciones nucleares iraníes en junio, Hegseth estaba prácticamente fuera de la escena operativa; Trump y la Casa Blanca trataban directamente con el general Michael Erik Kurilla, entonces comandante del Mando Central de Estados Unidos, y con el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto.
Del mismo modo, cuando Trump necesitó a alguien en el Pentágono para intentar reanudar las negociaciones de un posible acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, recurrió el mes pasado a Daniel Driscoll, secretario del Ejército, en lugar de Hegseth. Driscoll es cercano a Vance, y a menudo se le considera un probable candidato a secretario de Defensa en caso de que se abra el puesto.
Pero Hegseth se ha dedicado de lleno a los asesinatos en Venezuela, divulgando regularmente videos en las redes sociales sobre supuestas voladuras de embarcaciones de cárteles de la droga. En su publicación en redes sociales del domingo, Franklin, la tortuga, aparece sonriente sobre los patines de aterrizaje del helicóptero, con banderas estadounidenses dibujadas en los brazos y un chaleco de artillería, mientras dispara un cohete.
On Nov. 15, at the direction of Secretary of War Pete Hegseth, Joint Task Force Southern Spear conducted a lethal kinetic strike on a vessel operated by a Designated Terrorist Organization. Intelligence confirmed that the vessel was involved in illicit narcotics smuggling,… pic.twitter.com/iM1PhIsroj
— U.S. Southern Command (@Southcom) November 16, 2025
Mientras tanto, los senadores Wicker, republicano por Mississippi, y Jack Reed, por Rhode Island, el principal demócrata del Comité de las Fuerzas Armadas, dijeron que habían “dirigido preguntas” al Departamento de Defensa sobre los ataques del 2 de septiembre en Venezuela.
“Llevaremos a cabo una supervisión enérgica”, escribieron el viernes, “para determinar los hechos relacionados con estas circunstancias”.
