Publicado: octubre 15, 2019, 11:15 pm
En julio de este año, empezó la versión número 21 de esta iniciativa con 275 personas que tendrán la oportunidad de aprender sobre temas importantes para el buen liderazgo como habilidades en inteligencia emocional, herramientas para ser más inclusivos desde el enfoque del reconocimiento de derechos de los demás y conocimientos prácticos para el cuidado del medio ambiente y de lo público.
En sus inicios, la intención de la Escuela Metro era formar líderes que hicieran parte de las dinámicas políticas de sus comunidades, por ejemplo en Juntas de Acción Comunal. Sin embargo, en los últimos años, este espacio se transformó en un proceso de intervención más hacia la generación de valores como la confianza, el respeto y la solidaridad que son pilares en ese modo de relación positiva que tiene la Cultura Metro.
Cada año se hace una convocatoria abierta a través de un operador, que normalmente es una institución educativa, la cual es seleccionada después de aplicar a una licitación pública. Para 2019, el Politécnico Grancolombiano, sede Medellín, ejecuta el proyecto que se lleva a cabo en 9 grupos que están ubicados en diferentes municipios y sectores del Área Metropolitana de la ciudad.
Según Juan Correa Mejía, jefe de gestión social en el Metro de Medellín, “el proceso de la Escuela tiene su propia identidad por ciclo, el cual depende de las circunstancias en relación con el entorno, la Cultura Metro y la ciudadanía, pero siempre con el énfasis de generar en los jóvenes las capacidades para replicar lo abordado en su dinámicas cercanas”.
En particular, para el ciclo de 2019 se definieron tres líneas de trabajo: 1) Conocimiento personal, 2) Cultura incluyente desde la diversidad y 3) Desarrollo sostenible. Cada uno de estos ejes temáticos se desarrolla bajo técnicas educativas basadas en la experiencia, dado que los talleres pretenden promover las activaciones en los territorios por medio de la interacción y la cocreación.
Los jóvenes proyectan en su cotidianidad lo que aprenden en los periodos de formación, pues lo integran a sus actividades diarias, incluso más allá del espacio del Metro. “La metodología es un vivencial que le apuesta a reconocer el Metro no solo como un servicio, sino a verlo como un espacio que hace parte de la ciudad y por ende nosotros como ciudadanos jóvenes. En la medida que yo adopte esos hábitos de la Cultura Metro y el buen trato empiezo a influir también en otras personas para que sean multiplicadores en otros espacios como parques e instituciones públicas”, dijo Danna García Oquendo.
En cuanto a los retos cuando se trabaja con juventud es que hay que ser muy disruptivos. “La juventud tiene una manera distinta de expresar su situación de existencia de una manera diversa y yo creo que ahí está la clave de cómo comunicarnos con ellos”, señala Juan Correa. Y el propósito de la Escuela de romper con esquemas convencionales de transmisión de información ha tenido un efecto positivo en los jóvenes.
“Al convocarnos como actores activos nos hacen ver que nuestra voz vale y se incluye en los procesos ciudadanos y que los jóvenes como presente de la ciudad podemos forjar cultura en el interior de nuestras comunidades”, mencionó Oquendo quien ya ha participado en dos ediciones de este programa con el que cuenta el Metro de Medellín dentro de sus prácticas de gestión social.
