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El desafío energético

En un país con un alto potencial para las renovables, el desafío es intensificar su explotación sin poner en riesgo la confiabilidad del sistema.

Publicado: diciembre 26, 2018, 8:30 pm

En el plan de expansión de referencia, generación y transmisión 2014-2028 la UPME contempla  varios escenarios de penetración a partir del  potencial identificado en el país.  En el escenario más conservador supone la incorporación de 474 MW de energía eólica en la matriz de generación proveniente de la Guajira. Con esta adición la energía eólica tendría una participación del 2% en la capacidad instalada del Sistema Interconectado Nacional.

En el escenario más factible se considera que las fuentes no convencionales de energía pueden representar un 6% de la canasta de energía eléctrica, lo que correspondería a una capacidad instalada de 1.207 MW en 2028. Sumado a los 474 MW de energía eólica del escenario pesimista, se considera posible la instalación de 143 MW de energía solar, 275 de geotermia y 314 MW de cogeneración con biomasa. Según la UPME, la adición de estas fuentes de energía renovable permitiría una reducción cercana a $2 USD/MWh frente  al escenario base en el que la expansión se hace mediante la  adición de plantas de carbón, gracias a los bajos costos de las  tecnologías asociadas.

Adicionalmente, la correlación negativa entre los ciclos hidrológicos del país y los vientos en la Guajira hace que la instalación de una fuente intermitente de energía no genere deterioros  en la confiabilidad del sistema. En el escenario optimista, se estima una participación máxima  de un 15% en 2028. En este caso se incluyen proyectos de  generación con energía renovable, considerando que para el  periodo comprendido entre 2015-2030 se podrían adicionar  896 MW de capacidad eólica adicionales a los 474 MW ya  previstos, 239 MW de energía solar y 375 MW geotérmicos.

Los resultados de estos escenarios indican que el costo marginal promedio del sistema se reduce sustancialmente. En el  escenario más conservador en el que las plantas eólicas y  fotovoltaicas tienen una participación del 3% y 1% respectivamente, la UPME encontró una reducción del costo marginal de  8.7 USD/MWh en promedio. Tras la publicación de la ley 1715 de 2014, se han registrado nuevos proyectos de generación a partir del uso de fuentes no convencionales de energía renovable con una capacidad de 12.512 MW, de los cuales 91,82 MW corresponden a 18 proyectos de biomasa inscritos, en 11 departamentos del país.

Confiabilidad, el reto

“Colombia es un país con energías limpias porque el 70% de su matriz energética corresponde a generación con energía hidráulica. (…) El país tiene que dar el paso a energías renovables no convencionales de una manera gradual para que toda la matriz energética tenga cabida y el usuario final tenga un impacto positivo en la tarifa”, dice Astrid  Álvarez, Presidente del Grupo Energía  Bogotá (GEB). Y es que en un país en el que hace apenas  tres años la proporción de energía útil y  pérdidas en la matriz energética nacional  fue de 48% y 52%, respectivamente, con  unos costos estimados de energía desperdiciada cercanos a los 4.700 millones de  dólares al año, la eficiencia energética es  considerada un mecanismo para asegurar  el abastecimiento energético. “La eficiencia energética es una alternativa complementaria a la diversificación  de la oferta para mejorar la seguridad  del suministro, manteniendo constante o  incluso reduciendo el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero y de otras emisiones contaminantes”, explica el Plan de Acción Indicativo de Eficiencia de la UPME 2017-2022.

¿Qué hay de la dependencia de  fósiles?

En un artículo publicado a finales del año pasado, Tzeporah Berman, ex director de la Iniciativa para el Cambio  Climático de Greenpeace, señalaba con  algo de optimismo que el fin de la era de  los combustibles fósiles está cerca. “Las  señales abundan: las fuentes renovables  (como la solar y la eólica) exceden sistemáticamente las expectativas; la difusión  del vehículo eléctrico supera con creces  los pronósticos; y gobiernos de todo el  mundo reconocen la urgencia de hacer frente al cambio climático”. Pero al mismo tiempo, el autor se  preguntaba: ¿cuál es el plan para liberarnos de la dependencia del petróleo,  el carbón y el gas? Y en tono más realista señalaba que el cambio social en  esta materia no es un proceso gradual  y lineal, sino que suele darse en oleadas, caracterizadas por “momentos de  inflexión” donde confluyen el progreso  tecnológico, los incentivos financieros,  el liderazgo político, el cambio de políticas y, lo más importante, la movilización  social.

“Parece que nos acercamos a uno de esos momentos”, concluía. En efecto, según el Informe sobre la situación mundial de renovables, elaborado por el ‘think tank’ REN 21,  2017 fue un año récord en materia  de crecimiento para estas energías: las  inversiones se duplicaron frente a la  suma destinada a la energía nuclear y a  los combustibles fósiles, lo que coincide  con una disminución en los costos de las  nuevas tecnologías. La paradoja es que mientras se producen estos avances, la recuperación  del crecimiento mundial se tradujo en  un aumento del 2,1% de la demanda de  energía en el mundo, más del doble del  aumento promedio de los cinco años  anteriores. Ello coincidió con un aumento del 1,4% en las emisiones de CO2, por  primera vez en los últimos cuatro años.

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